La juventud del ecosistema startup español – creado hace escasos 10 años – obliga a las startups españolas a expandirse a nuevos mercados geográficos para consolidar su crecimiento. Este proceso de expansión suele realizarse a través de la creación de filiales, lo que necesariamente conlleva la transferencia de bienes y servicios entre empresas del grupo.
Teniendo en cuenta que dos tercios de las transacciones mundiales se realizan entre empresas del mismo grupo, es evidente que los precios pactados entre ellas mismas juegan un papel importante en la cantidad de impuestos que estas empresas pagan en cada jurisdicción. Por tanto, estos “precios de transferencia” (en adelante, “TP”), constituyen uno de los aspectos críticos, tanto para las propias empresas como para las administraciones tributarias de todos los países, quienes ven cómo sus bases imponibles pueden verse erosionadas artificialmente.
Para las administraciones tributarias, el objetivo es establecer una correcta asignación de los beneficios entre las jurisdicciones involucradas – i.e. cómo se reparte el pastel – sobre la base de un análisis estructural de las operaciones que parte de las funciones, riesgos y activos que realiza, asume y utiliza cada una de las partes vinculadas “el análisis funcional”.
Por el contrario, para las startups el objetivo en la fijación de los precios de transferencia será, generalmente, atraer la mayor parte de los beneficios posibles a la matriz con el menor coste fiscal posible. Sin embargo, para que esto ocurra, es necesario que esa atracción de beneficios se justifique con un análisis funcional que lo permita desde un punto de vista económico y fiscal.
Pero, ¿qué ocurre cuando las empresas se encuentran en una fase inicial de expansión?Por ejemplo, en el caso de las startups, lo más frecuente es que no sea sencillo realizar ese análisis funcional sencillamente porque aún no existe experiencia, es decir, no se ha determinado la operativa de cada una de las partes vinculadas.
La respuesta es muy sencilla: es el momento de planificar y dotar de virtualidad una “operativa” que permita conseguir su objetivo. Es importante que las startups tomen conciencia de la conveniencia de fijar sus políticas de TP ex ante, pues de su resultado dependerá en gran medida su estructura de costes fiscales y la repatriación de capital a la matriz.
Así, la determinación de la política de TP debería entenderse como necesario y obligatorio en el proceso de toma de decisiones gerenciales y como elemento fundamental del diseño de estrategias de expansión internacional, y no sólo porque las empresas que llevan a cabo este tipo de operaciones están expuestas a riesgos fiscales significativos – incluidas en prácticamente todos los planes de inspección de las agencias tributarias del mundo –, sino también porque ofrece información relevante a la hora de (i) analizar la situación del mercado, (ii) conocer los márgenes de plena competencia, (iii) organizar las funciones que ejercerá cada parte vinculada, (iv) identificar los riesgos asumidos por cada una de ellas y dotarlas de la capacidad financiera para asumirlos, (v) asignar los activos involucrados, y (vi) organizar jurídica y económicamente todo lo anterior mientras se potencia la eficiencia fiscal del grupo.
Articulemos con inteligencia el análisis funcional para lograr los objetivos, pues la ventaja competitiva puede obtenerse cuando estos estudios se realizan antes de implementar la estructura.